Bandera de León

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domingo, 9 de octubre de 2011

San Froilán en el valle del Curueño



San Froilán
El primer día de mayo el alcalde del municipio de Valdepiélago invita a las gentes a asistir a las rogativas de San Froilán. A las nueve de la mañana parte la procesión desde Valdepiélago con el Santo representado en una imagen dieciochesca, siguen a la vera del Curueño hasta Nocedo precedidos del pendón. En pasadas épocas subían imagen y pendón hasta Valdorria por camino tortuoso, hoy es carretera ser­penteante de alta montaña. Ostentar un pueblo su pendón era signo de distinción concedido por “fazañas” de honor; tantas varas de ancho crespón cuantas “fazañas” en honor real, condal o abacial ostentara el pendón. La celebración litúrgica se realiza sobre un histórico cáliz renacentista, de plata, que aunque no valioso en su simple arte sí lo es en su historia que ostenta una leyenda que dice: “Dióme la sere­nísima doña Juana de Austria, princesa de Portugal e infante de Castilla, 1573”. Por la base atestigua: “Laza”, que debió ser el artífice.
Desde Valdorria a la ermita de San Froilán hay que subir una rampa en campera pradería, luego unos escalones en piedra arenisca, que cubren el medio kilómetro de ascenso entre riscos. La campa en que se asienta la ermita acoge a pocas personas, no más de treinta. El templo es muy pequeño, con arco fajón románico en su interior que inicia la bóveda de cañón del presbiterio. es un tosco románico rural, aunque ésta de Valdorria está reconstruida después de la contienda bélica de 1936. En la puerta hay un arco de medio punto en piedra, muy tosco. En la portada aparece una efigie en piedra en un escudo heráldico, que debe representar a San Isidoro a caballo, tal y como se halla en el pendón de Baeza que se custodia en la basílica de San Isidoro, enjaezado y con la espada desenvainada; bordones episcopales, lobos y bajo ellos ondas marinas.
Al fondo del valle corre el regato de Valdecésar que se interna entre rocas para caer en cascada de irisaciones cromáticas cerca de la carretera entre Montuerto y Nocedo, frente a las ruinas del castillo de Arbolio, castillo del Curueño, donde se cuen­ta que se tramó la conjura de Doña Jimena y sus hijos García, Fruela y Ordoño para destronar a su padre Alfonso III el Magno. El paraje es de extraordinaria belleza. Aún se aprecian los restos del monasterio de San Juan de Valdecésar entre el robledal. Dícese que en aquel cenobio habitó San Froilán con una docena de monjes allá por el siglo IX. Aquí pasa poco tiempo y se va hacia las tierras del Curueño, a Val­dorria. Froilán es amigo del rey Magno y asiste en las fechas por las que el monarca reconstruye el cas­tillo de Arbolio.



Ermita
Froilán piensa dedicarse a la predicación y hace aquellas pruebas de quemarse los labios con una brasa y las palomas blanca y gris que salen de su boca, donde comprende que el Espíritu le ha infundido de ciencia.
La fama de Froilán traspasa las fronteras del reino; obispos y magnates buscan su consejo. Allá para el Moncayo se habla de Froilán y de allí viene para vivir en su cenobio el que va a ser su compañero inseparable, Atilano. Juan el Diácono dice que fundó un monasterio en Veseo, que será “el abesedo de Valdorria”. 
Hay quien asegura que en el camino de Valdorria a La Mata de la Bérbula quedan vestigios de otro monasterio, que sería el de Veseo. En Valdorria va a pasar una decena de años de vida eremítica y de predicación entre pastores y campesinos.


Leyenda de San Froilán y el lobo

Interior de la Ermita
La ermita de Valdorria, cuenta la leyenda, fue construida por San Froilán y sobre ella se ha tejido la tela de una emo­tiva circunstancia legendaria. Las piedras fueron acarreadas por el ermitaño, ayudándose de un borriquillo.
En estas montañas abundan los lobos y uno de ellos mató al borriquillo de Froilán. Entonces, en castigo, el Santo amo­nestó a la alimaña y le hizo cargar con el serón y las piedras en suce­sivos viajes hasta finalizar la edifi­cación del cenobio.
Esta leyenda se halla cincelada en bronce en una de las puertas del santuario de la Virgen del Camino; es la puerta situada en la fachada opaca que corre a lo largo de la vera de la carretera, la puerta de la izquierda, allí está San Froilán con su báculo episcopal y tiene las narices brillantes, porque todo visitante le tira de las narices creyendo que tal hecho trae suerte. 
También en la catedral de León, se encuentra al santo eremita en su cenobio orando ante una calavera, el lobo cargado con el serón y las piedras y hay grabados los nombres de León, Valdecésar y Moreruela.