El Valle del Curueño
o Concejo del Curueño como es conocido desde tiempo remoto, es un espacio
esculpido por el agua, encajado entre dos lomas paralelas, un paraíso verde,
lleno de acequias, donde la vegetación lo invade todo, podría decirse, sin
temor a la exageración, que es un don del Creador, un micro universo, donde las
cumbres se han dulcificado, y en tan escaso espacio se concentra toda la belleza
imaginable.
Sus dos lomas miran
al Porma, por el este y al Torio, por el oeste y como no en medio de ellas, el
siempre presente rio Curueño que vertebra el Valle.
Afirma Heráclito
que “el rio es una metáfora del tiempo, fluye y se va, nunca la misma agua ni
el mismo instante”.
Se puede decir que
estamos en plena ribera, pero en el horizonte se avista la montaña, con sus
cumbre de Peña Valdorria y Polvorea, las construcciones dan fe de ello, en sus
casas se ven cimientos de canto rodado desde donde arranca el adobe hasta su
remate.
Vista del Valle desde la Ermita de Santa Ana |
Los ocho núcleos de
población actuales, Devesa de Curueño, Ambasaguas de Curueño, Barrio de Nuestra
Señora, Barrillos de Curueño, Gallegos de Curueño, Santa Colomba de Curueño, La
Mata de Curueño y Pardesivil, jalonan el rio y se miran en el. Hoy en día
componen el municipio de Santa Colomba de Curueño, pero como observara el
lector nada menos que seis de ellos llevan el apellido Curueño.
Pero no siempre fue
así, en el año 1.837 se configuraron los modernos Ayuntamientos, Santa Colomba
de Curueño lo fue con el número 22, e incluía además los pueblos de La Cándana
y Sopeña, que en la actualidad forman parte del vecino municipio de La Vecilla.
Los pueblos aun
conservan costumbres ancestrales, como son el Concejo Abierto, las hacenderas,
las suertes de la leña, las celebraciones de romerías, la práctica de los
deportes autóctonos, principalmente la lucha leonesa y los bolos.
Las poblaciones
tienen bases antiguas, como observamos en la aparición de una pequeña estela
vadiniense, de la etapa de la romanización, en el pueblo de Barrillos de Curueño.
Los despoblados de que hay noticia no son muchos, pero de rastro histórico importante, así el núcleo romano de “Fructa Aripa”, junto al castillo de San Salvador, o el probablemente prerromano de “Cesnera”, que aparece citado en un documento de 1.197, aunque resulten desconocidos sus exactos emplazamientos, se da fe de ellos.
Escudo de la Casona de Barrio de Nuestra Señora |
Los despoblados de que hay noticia no son muchos, pero de rastro histórico importante, así el núcleo romano de “Fructa Aripa”, junto al castillo de San Salvador, o el probablemente prerromano de “Cesnera”, que aparece citado en un documento de 1.197, aunque resulten desconocidos sus exactos emplazamientos, se da fe de ellos.
Sus monumentos
religiosos, iglesias y ermitas y civiles, casas señoriales, restos heráldicos, la
riqueza artística que busca refugio en sus iglesias, imaginería, tallas, pilas
bautismales, vidrieras, cálices, ornamentos, retablos, quizá pasen
desapercibidos para el viajero, pero forman parte de las señas de identidad del
territorio.
Ermita de Santa Colomba de Curueño |